20.10.08


SERVIDORES PÚBLICOS IMPOLUTOS

Desde hace algunas semanas, la ciudad está llena de publicidad electoral. Avenidas y cerros llenos de postulantes a los municipios. El juego de “hacer parir la chancha” está en pleno desarrollo: los nuevos candidatos empujan para desalojar a los actualmente aún enquistados.

Sin embargo, todos reúnen dos características. La primera, son extremadamente lacónicos. Ni un asomo de programa electoral. ¿Diagnósticos, carencias, proyectos? ¿Cómo dice? No. Algunas frases (no, solo palabras, no más): seguridad, alcantarillado, y algún intento de caracterizar al candidato: cercano, solidario, pero sobre todo preocupado, muy preocupado...

La segunda, todos son impolutos, vírgenes, puros. Ningún símbolo partidario en la publicidad. Lo que quisiera implicar “nunca una tentación, ni aspiración de poder, ni de colusión para buscarlo”. Por lo mismo, nunca se han acercado siquiera a organizaciones, entidades, ni partidarias, ni gremiales, ni religiosas, ni deportivas. Ni siquiera parecen saber de qué se trata. Son angelitos, querubines, almas puras, que vagaban entre nubes, lira y/o arpa a la mano, rasgando ensoñadoramente sus cuerdas. De pronto, algún bache, orificio, intersticio, entre las nubes, los hizo caer a este inmundo y nauseabundo planeta y aterrizaron en sendos carteles de propaganda. Son candidatos que no son de este mundo, no pertenecen a ningún partido (¡guash!), no quieren nada.

Su nombre es su programa y su declaración de principios. Que nadie les conozca no parece representar problema. Es cuestión de ser repetitivos, por eso en esta primavera los árboles florecen carteles y más carteles.

Sólo socialistas y comunistas ponen su símbolo. Algunos dirán que son consecuentes. Otros, que son atrevidos o caraduras. Vaya uno a saber. Por lo menos, uno sabe qué onda, cachai?

15.10.08


ESA LUZ QUE NOS VIENE DE NUESTROS LÍDERES

Para “achuntarle”, hay que saber a qué dispararle, decía mi abuelo. Dos ejemplos.

La Presidenta Bachelet, en el contexto de una serie de iniciativas económicas, financieras y políticas, ayer lunes 13 de septiembre convocó a La Moneda a los jefes de los partidos de gobierno y oposición para abordar los diversos aspectos de la crisis financiera mundial, sus causas, proyección, medidas a adoptar para minimizar sus efectos en el país.

Se trata de la denominada crisis subprime, iniciada en el entusiasta despelote producido en la economía financiera de Estados Unidos. Producto de la búsqueda de la ganancia fácil, los grandes banqueros y ejecutivos de empresas de seguros parecieron todos haber reprobado o haber estado ausente del curso Finanzas I, algunos con mención en hipotecas: no prestarás un cobre sin antes haberte conocido el historial bancario y laboral del solicitante, haber pedido los avales (personales y en haberes) que sustentarían el préstamo en caso de problemas, etc. En fin, si usted ha pedido préstamos alguna vez, ya conoce el procedimiento. Pero estos ejecutivos, astutos ellos, se dijeron: “¡echémosle para adelante, no más... toda la carga se arregla en el camino” o, más científicamente, “¡el mercado está con nosotros, muchachos!”.

Pero bastó que un banco ligeramente importante pidiera un préstamo para arreglar el fin de mes en esta área, para que otros empezaran a interrogarse al respecto. Horror, no tenían idea de los montos involucrados, del valor de las hipotecas, de su solidez, etc. La roca de la confianza de los inversionistas empezó a rodar cuesta abajo cada vez más rápido. Ya se sabe: cuando los privados y el mercado hacen kaput, Moya y Don Chuma, su compadre, pagan, a través de solícitos gobiernos, mano abierta y con pala hacia ese lado, siempre armada de tijera para recortar hacia este otro lado. La propuesta de “rescate” del gobierno Busch es de US$ 770.000 millones, para empezar. Ya es parte de la resignada sabiduría pública: “las ganancias son privadas, las pérdidas son públicas”.

¿A qué viene lo anterior? A que el PRI, conformado por descolgados de un variado espectro político, que incluye ex pinochetistas y ex DC, por algún error administrativo no fue invitado a dicha reunión en La Moneda. Su presidente Jaime Mulet, elegido diputado bajo banderas DC, llegó a La Moneda para protestar y entregar sus propuestas contra la crisis financiera. Una de las propuestas es genial: congelar remuneraciones altas en el sector público (que, en realidad, sumadas no alcanzan a un pelo de la cola). ¡Arreglemos el despelote de los privados recortando salarios altos en el sector público, dice este dirigente esclarecedor! No se sabe si esto incluye los de los parlamentarios. Sería ser ingenuo suponer que sí. Tampoco sugiere recortar los “paracaídas dorados”, las enormes indemnizaciones de los ejecutivos privados cesados cuando sus empresas empiezan a tambalear. Tampoco disminuir los salarios de los ejecutivos privados en funciones. Un ahorro sustancial sería rebajarlos al nivel de “las altas remuneraciones del sector público”, fíjese usted.

Otro ejemplo de buena puntería la dieron los dirigentes de los estudiantes secundarios hace unos meses. Cuando el gobierno presentó un proyecto de ley de mejoramiento de la educación, acogiendo muchos de sus planteamientos, no se dieron cuenta que el blanco había cambiado de lugar. El proyecto de ley se discutía en el parlamento, con objeciones y rechazos de la derecha, que desvirtuaban sus objetivos. Pero los preclaros dirigentes de las movilizaciones seguían dirigiendo a sus tropas hacia el ministerio y seremis de educación, las intendencias y servicios públicos varios. Los parlamentarios de derecha pasaron piola. “Con esa puntería dificulto que lleguen a ser padres!”, dice un amigo que tiene tendencia a aterrizar las conclusiones.

Claritos nuestros dirigentes, guías, faros, líderes.

2.10.08

Belleza

La miré desde lejos. Una hermosa sonrisa, ojos amistosos, óvalo del rostro perfecto, cabello negrísimo. Una mano tocando suavemente el mentón. Paz y serenidad. Era un afiche de la campaña electoral, pero me recordó el verso: “Hoy la ví, hoy la ví y me miró, hoy creo en Dios...”. Pensé que la naturaleza, o Dios, a veces producen belleza cercana a la perfección.

Me acerqué al afiche. Miré atentamente. No, no era producto magnífico de la naturaleza ni de Dios. Era solo Photoshop.... Snif...