30.7.11

Holanda, tierra de agua

A pesar de toda la evidencia científica y práctica, aún hay unos pocos –poquísimos- que rechazan la idea del cambio climático. Son aquellos que piensan que combatirlo afectará su bolsillo: empresas y sus representantes en universidades e instituciones gubernamentales nacionales e internacionales. Tienen razón. Dejar de expoliar al medio ambiente tiene su costo: disminuir un tanto la tasa de ganancia.

Hoy he visto un documental de 2008 en el canal TV5, que podría cerrar la discusión para quienes busquen sinceramente informarse sobre el fenómeno climático. Se trata de los Países Bajos. Allí una de las manifestaciones del problema está a la vista (alza del nivel del mar), pero éste y los otros aspectos del fenómeno (cambio climático, corrientes marinas, capa de ozono, etc.) amenazan a todo el mundo.

El Reino de Países Bajos (“tierra honda” o “tierra baja”), tierra de tulipanes, comprende Holanda, su región histórica más influyente o relevante, Aruba, Curazao y Sint Maarten. En el año 2007, tenía una población de 16.570.000 habitantes y un PIB de 30.174 EUR per cápita, y una superficie de 399.494 hab/km2, una tercera parte de la cual está situada al nivel del mar o por debajo de éste (una parte del norte y oeste). Holanda es su región situada en la parte occidental del país. Es una de las zonas más densamente pobladas del mundo y es uno de los estados más desarrollados: en 2008 estaba situado en el noveno lugar en cuanto a desarrollo humano. Un complejo sistema de drenaje de agua, cuya construcción se inició en la época medieval, ha permitido incrementar la superficie del país en más de un 20%. Sin un drenaje constante la mitad de los Países Bajos sería inundado por el mar y por los numerosos ríos que cruzan su territorio, como es el caso del Rin. La obra más destacada del complejo es la Oosterscheldekering que está considerada una de las siete maravillas del mundo moderno según la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles.

Pero en estos últimos años, la situación se ha agravado con el cambio climático. El país lucha por preservar su territorio de la arremetida del mar y el desborde de los ríos. Hoy está en la avanzada en la batalla contra los efectos del aumento del nivel del mar, por su situación geográfica y ser un país desarrollado, que tiene los recursos y la tecnología todavía adecuada. El país tiene planes y programas que, dados los sacrificios que imponen hoy y aún más en el futuro, requieren un consenso nacional. El aumento del nivel del mar no solo erosiona y arrebata tierras. También implica que, de no tomarse medidas preventivas, impedirá que los ríos desemboquen en el mar, más bien éste entrará a tierra firme, con las consiguientes inundaciones difíciles de combatir.

El plan de batalla está significando que se cederá ante el avance del mar para mejor resistirle. Cientos de granjas y casas serán abandonadas y reconstruidas en lugares más altos. Ya hay muchas casas construidas con un gran pilote de acero al centro: a medida que el agua suba, la edificación subirá alrededor de ese pilote. Se está estudiando el efecto de las mareas sobre el fondo marino cerca de las costas (en qué medida y sentido lo transforma). Cargueros están arrojando tierra y arena frente a la costa para crear barreras bajo la superficie y disminuir la fuerza de las olas. Se están reforzando las defensas, etc. La lucha por la vida ha convertido a este país en el mayor experto en este tema y sus servicios son solicitados por numerosos países ribereños, que no se resignan.

Desgraciadamente, los mayores culpables del terrorismo ambiental creador de estos problemas –los países desarrollados- tampoco se resignan a olvidar un tanto los cuadros de costos y beneficios y mirar el paisaje natural y humano, que languidece hoy y y lo hará aún más mañana.

¿Puede existir un proyecto de futuro mayor que asegurarnos de que existirá un futuro?

PAM/ 30.07.11