26.11.07

VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

En el marco del Día Internacional de la no violencia contra la Mujer, hoy lunes marchamos y distribuimos globos y chapitas con leyendas alusivas a los transeúntes, a los pasajeros de colectivos y micros, al público en el Terminal de Valparaíso... Desde el Congreso y la Plaza O’Higgins íbamos por Pedro Montt hasta la calle Molina, en un costado de la Plaza Victoria.

Casi 60 mujeres asesinadas en estos once meses. Por amor dirán algunos cínicos, por el sentido de propiedad más bien, por la brutalidad que se niega a retirarse. Las miradas de sorpresa del público a nuestro grupo mostraban que hay aún mucho trabajo de sensibilización por hacer.

Entre los varones que marchaban, algunos lo hacían por compromiso, solidaridad, por un poco más de civilización. ¿Habría alguno que marchaba como acto de contrición?

25.11.07



BUSH Y EL RECALENTAMIENTO


El presidente de Estados Unidos no entiende, no asimila, no comparte, el tema del recalentamiento global, por lo tanto no adhiere a los tratados internacionales que buscan combatir sus efectos. En realidad, George nunca se ha distinguido por sus luces. Pero le ha ido bien en la vida hasta hoy, porque en los negocios tiene buen ojo. Fácilmente puede caer en la categoría de “imbécile heureux”.

Puesto que no ha entendido, entre otros, el documental sobre el recalentamiento global “Una verdad incómoda” del ex vicepresidente Al Gore, sugiero una fuente informativa alternativa que lo pondrá al día y que le hará comprender todo: “Ice Age 2: el deshielo”.

La crisis en la DC

Rumbo a la derecha con discurso de izquierda

Por Víctor Maldonado

La Nación, viernes 23 noviembre 2007

Existen ciertas personas que sólo tienen figuración porque hablan al interior de partido al cual debilitan. Al aire libre, no tienen sustento para ser voz frente al país.

La situación en la DC ha llegado a un punto de quiebre. Explicarse por qué esto ha llegado a suceder y decidir qué es lo que corresponde hacer tiene gran importancia. Incluso tiene interés más allá de las fronteras partidarias e involucra a todos los que quieren saber cuáles son las condiciones en las que es posible conservar la unidad de un partido. Ahora todo consiste en decidir hasta dónde resulta posible mantener a un grupo reducido, cuya conducta pone en jaque la disciplina interna. Los que acostumbran a tensionar las diferencias y conflictos más allá de toda prudencia no se dan cuenta cuando han pasado el límite. Eso se nota por sus declaraciones. Quienes están acostumbrados a la presión extrema acusan a otros de presionarlos, mostrando una sensibilidad exquisita que ellos mismos no acostumbran aplicar.

Desde el punto de vista del Gobierno, la posición es clara. Para el Ejecutivo, el mejor momento para que en un partido de su coalición entre en dificultades es, simplemente, nunca. Pero hay un escenario que van más allá de los deseos y de las buenas intenciones. No hay que decirle a la DC hasta dónde es posible aguantar. Eso lo saben los que están dentro. Un partido no entra a una crisis porque le agrade. Simplemente le toca enfrentarla. En ese instante lo que corresponda es que el Gobierno no interfiera en un conflicto interno. Lo que le corresponde es pedir a cada uno de los involucrados la revalidación de sus compromisos con el Gobierno y sólo después actuar en consecuencia en cada caso particular, nunca en bloque.

Hay que identificar con claridad cuál es el mal mayor. Cuando, a cada paso, en una organización política las decisiones tomadas por la directiva oficial son cuestionadas por un grupo disidente, operando en direcciones antagónicas, entonces la que corre el riesgo de dejar de existir es la organización misma. Llega a un punto en que lo que está en juego no es saber quién toma las decisiones sino si alguien está en condiciones de tomarlas. A la DC no la está debilitando el conflicto interno, sino la falta de resolución de este conflicto. Estamos observando no dos grupos de fuerza equivalente que imposibilitan las decisiones: se trata de una mayoría maniatada por una minoría. Cuando los medios captan voces disonantes desde un mismo partido no ponen en evidencia el peso político y la representatividad de cada cual. Simplemente, reflejan la falta de coherencia en las declaraciones. Cuando esto sucede casi a diario, lo que se consigue es que la DC reciba el impacto de la demostración constante de este desencuentro vuelto costumbre. El costo es enorme, porque se pierde la credibilidad pública por la ausencia de una acción común y concertada sobre qué es aquello que caracteriza la existencia de un partido.

Cuando se llega a este punto, algo hay que perder y hay que decidir qué. O se pierde parte de la minoría o es la mayoría la que se pierde, al no tener sentido la mantención de la más básica lealtad. Pero, tal vez, no todo sea pura pérdida. Ganar en consistencia y coherencia al final permite presentarse como un actor con identidad y capacidad de decisión. Hay que ser algo en concreto y no todo a la vez. La chicha con limonada nunca ha tenido gran aceptación en el mercado político.

El populismo no tiene problemas para hablar, tiene problemas para ser serio. La idea de que se pueden mejorar las cosas empeorándolas es una idea muy especial. La idea de mejorar empeorando es típico de una mentalidad de extremos (antes se le llamaba "agudizar las contradicciones"). Si el Transantiago tiene problemas financieros, no se ve qué se pueda ganar desfinanciándolo. Lo seguro que caracteriza al populismo como forma de comportarse en política es que apuesta fuerte. Lo que intenta es que los demás no resistan la presión de un juego que eleva sus costos a medida que pasan las horas. Es un juego de intimidación. Un juego que apuesta al uso de la seriedad de los demás a favor del que no trepida en arriesgarlo todo.

Pero llega un día en que el jugador se equivoca, la apuesta es muy alta y los otros reaccionan. Por un lado hay quienes que en política lo que más entienden es el lenguaje de la fuerza y la debilidad. Cuando ven debilidad al frente, avanzan sin retrocesos y siguen tomándose libertades hasta donde pueden llegar. Por otra parte, hay quienes intentan solucionarlo todo cediendo más y más. Pero ya está claro que no es el camino a seguir. Lo que se ofrezca será siempre piso para una nueva petición, más osada, más arrogante, más imposible. Así no se llega a ninguna parte.

No hay que perderse. Una minoría es tan relevante como la capacidad que tenga de imponer sus condiciones. Cuando un reducido grupo se coloca en esta posición, lo que hace es distorsionar la realidad política, poniendo en una alta prioridad sus motivaciones particulares, las que podrían no reflejar en nada el orden de interés de las demás mayorías. Cada cual decide dónde está o dónde deja de estar y eso conlleva siempre ventajas y desventajas. No se pueden tener, a un tiempo, todos los beneficios de ser oficialistas y de oposición.

Poner todo en riesgo es la apuesta de quien se sabe minoría, y que sabe, además, que lo será hoy, mañana y pasado. Es por eso que busca, precisamente, que el ser poco y casi insignificantes sea el factor que determine la suerte de un país completo. Adolfo Zaldívar no es un caudillo popular, es uno sin público. Veinte personas enfervorizadas pueden proclamar a un presidente de junta de vecinos, no al Presidente de la nación. En el fondo, la apuesta política de quienes se encuentran entre el Gobierno y la oposición es la de ser el balón de oxígeno de la derecha.

Saben que pesan sólo porque se alían hoy con ella, porque pueden aliarse mañana con la derecha y porque sugieren que podrían aliarse pasado mañana con la derecha. Pueden tener todo tipo de pretensiones, pero lo efectivo es que han empezado a orbitar en torno a la oposición, y de este campo gravitacional no saldrán. Se emplea un discurso de izquierda, pero se va rumbo a la derecha. Son una apuesta política que privilegia el virtuosismo en el uso de las técnicas del poder. Su destino es siempre triste. Al final del día, lo que ofrecen a sus nuevos socios es el debilitamiento de su antiguo hogar. Ofrecen llevar como ofrenda un porcentaje pequeño pero decisivo de apoyo. Si no funciona, desaparecen. Si funciona, dejan de ser útiles o se convierten en aliados de poca confianza, porque el que quiebra la lealtad una vez puede hacerlo de nuevo.

El futuro, sin embargo, puede depararnos sorpresas. Existen ciertas personas que sólo tienen figuración porque hablan al interior de partido al cual debilitan. Pero, al aire libre, no tienen sustento suficiente como para ser una voz frente al país. Para la gran mayoría de los ciudadanos, los partidos son bichos raros. Para quienes no tengan la experiencia de militar en uno con mucha tradición, hay que decirles que deben tener en cuenta un dato fundamental: en estos partidos el timbre y la campanilla valen mucho, muchísimo. Quienes enfrentan a la institucionalidad no puede hacerlo a nombre del mismo partido que debilitan. Eso será crucial en lo que sucede dentro de ese partido en los próximos días y semanas.

10.11.07

Chávez y la Cumbre Iberoamericana

Ha concluido la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno en Santiago de Chile. Al parecer, fue un éxito en términos de acuerdos concretos para avanzar hacia la cohesión social.

A la espera de los documentos oficiales, la prensa ha destacado la presencia, actos y dichos de Hugo Chávez, presidente de Venezuela. Llegó atrasado casi 24 horas (a las 5:37 AM) y en el aeropuerto mismo declaró que no le gustaba el enunciado central de la Cumbre, la cohesión social, que no tendría reuniones bilaterales porque le hacen perder el tiempo, rechazó declaraciones adversas de ciertos ex-presidentes (“fracasados todos”) así como la de ciertos sectores nacionales, entonando la canción mexicana La monedita de oro (“no soy monedita de oro/ pa’ caerles bien todos/así nací, así soy/ los que no me quieren ni modo...”), pidió salida al mar para Bolivia, etc.

Habló largo en la plenaria, interrumpió varias veces al presidente del gobierno español Rodríguez Zapatero, que pedía respeto para los actuales y pasados jefes de gobierno, en particular para su predecesor Aznar, calificado por el venezolano de “fascista” en varias oportunidades. Rodríguez Zapatero mantuvo la calma, pero ante la insistencia de Chávez, el rey Juan Carlos, siempre tan compuestito como le exige su cargo, le espetó: “¿Por qué no te callas?”.

Al dejar Santiago, seguramente Chávez declarará escuetamente: “Lo que pasa es que no me tienen pacieeeencia...”.
FEMICIDIO POLÍTICO (2)
¿Hay factores objetivos para el descenso en las encuestas? Por supuesto, pero los más importantes no son exclusivos del gobierno de Bachelet, ni siquiera de la Concertación. Son más bien una herencia de décadas. El primero de todos, la deuda social, aún grande (siendo los avances de significación histórica) bajo la forma de distribución excesivamente desigual del ingreso nacional. La Concertación aún no se ha atrevido a tocar algunos de los aspectos básicos del modelo: el sistema tributario, el código laboral (que permita una real negociación colectiva, la protección del derecho a organizarse, etc.), reforzar aún más decisivamente el derecho de los consumidores y la competitividad de los mercados, más , y sobre todo mejores, puestos de trabajo y niveles de salarios, etc.
El gobierno de Bachelet ha cometido errores importantes, la mayoría de ellos, como era fácil de predecir, fruto de ciertas premisas con que asumió. Por ejemplo, el de la renovación de la alta dirección pública y del personal político, tanto generacional como en nombres, bajo la orientación de que "nadie se repite el plato". El resultado fue que una Presidenta inexperta políticamente, sin "carrera" política ni grupos partidarios e informales de apoyo personal de larga data, la indispensable red de amistades y "complicidades", se encontró con un equipo que aprendía junto con ella y carente también de dicha red. Y la experiencia indica que a esos niveles de poder prácticamente no hay tiempo para aprender, que se debe ser operativo al segundo mismo (basta recordar el nivel de detalles de las preguntas sobre políticas presentes y futuras que se hacían a los recién asumidos ministros). El mismo efecto tuvo, aunque en menor grado, y por las mismas razones, el principio de paridad: iguales porcentajes de hombres y mujeres en las responsabilidades político-administrativas en los principales niveles.
La candidatura de Bachelet fue un fenómeno más social y cultural que político. No estaba en los cálculos de nadie cuando empezó a aparecer en las encuestas. La opinión pública en su favor fue tan arrolladora que se impuso a los "petits comités", a las negociaciones de las corrientes partidarias, de los barones y prohombres de la política "tradicional". Los zorros viejos vieron que el gallinero se les desordenó. De repente, ya era candidata. No hay duda de que ciertos barones -propietarios desde siempre del poder informal, los que toman las decisiones desde las sombras- pensaron que las elecciones pondrían orden y sensatez, que Michelle sería una estrella fugaz, y la política volvería a ser un asunto de hombres serios, experimentados, conocedores de los códigos. Pero ganó, a pesar de algunas zancadillas desde atrás y la campaña de la derecha poniendo en duda sus capacidades. Peor: la Presidenta electa empezó a tomar decisiones, conformando sus equipos sin consultar a nadie.
Frustración y rencor. ¿Qué se había imaginado esta recién llegada? La reacción, en su manifestación mínima, de ciertos sectores de la Concertación fue de mala voluntad y un proceso de poner a prueba su fortaleza, de estirar el elástico para probar su resistencia, de "hacerse rogar", de "amurrarse", de esperar y luego exigir ser consultada en todo. La derecha ha sido feroz de manera sistemática, insolente como siempre, a ratos descontrolada. En el fondo, para la derecha el único gobierno bueno y aceptable es un gobierno de derecha. Ahí está la madre del cordero, como diría El Temucano.
En el ejercicio del poder, se han producido varios errores importantes, el principal de los cuales es el Transantiago, que perdura y se prolongará a lo menos un semestre más. La lista de problemas es conocida, pero no es tan larga como lo pretende la derecha. Producto de la inexperiencia del equipo, del exceso de respeto a lo amarrado por el gobierno anterior (el de Ricardo Lagos), del deseo de mostrar "eficacia" en la implementación de las políticas (rechazando las postergaciones que solicitaban las debilidades que se percibían), capacidades administrativas y aún técnicas que no han estado a la altura, vacilación en aplicar la normativa a las empresas privadas que no cumplían los contratos, etc.
¿Hay femicidio o asesinato de imagen? Cualquiera que ha sido testigo del asedio diario, constante, mal intencionado, superficial, y que tenga un mínimo de honestidad intelectual, opinaría que sí lo hay. Junto a lo cual hay errores reales, repetimos. Pero el avance de este gobierno, tanto en sus logros como en su estilo y su gran orientación, es positivo, finalmente. Lo veremos en otro artículo.
Por lo demás, ya le están aplicando la misma receta de "ningunear" a Cristina Fernández, presidenta electa de Argentina. Los barones y varones ya están expresando las clásicas "interrogantes". ¿Será Cristina quién gobernará realmente, o será su marido, o sus consejeros ¿Se dejará llevar por su personalidad (afirmando que es autoritaria, soberbia, que se deja llevar por sus ideas, que es poco flexible, etc.). Le critican ser demasiado sofisticada y elegante (si hubiese triunfado quién llegó segunda en la elección, Elisa Carrió, las críticas serían exactamente las opuestas en estos aspectos). Pero, a diferencia de Bachelet, Cristina tiene un vasto movimiento político de apoyo, en la cual ha participado desde hace muchos años y al cual ha contribuido a depurar -al menos en parte- de los males del antiguo peronismo.
De todas maneras, seguramente Bachelet quisiera hacerle una advertencia que no está de más: ¡Afírmate, Cristina, que la cabalgadura es chúcara!

7.11.07

FEMICIDIO POLÍTICO (1)

En la edición de agosto pasado de la revista quincenal Punto Final, su director, Manuel Cabieses, adelantó el concepto de “femicidio político”, planteando que los cuestionamientos sobre la supuesta falta de liderazgo de la Presidenta Michelle Bachelet y su caída en las encuestas, más que a sus errores de gestión, se deben a la campaña de asesinato de imagen orquestada por el mundo político por el solo hecho de ser mujer. En esta campaña estaría embarcada sobre todo la derecha, pero también sectores de la Concertación, la alianza de gobierno.

Posteriormente, la Presidenta ha hecho alusión a esta noción en diversas entrevistas. “Hay una campaña impresionante de femicidio a la figura presidencial (...) Hay una cosa majadera con la falta de autoridad y liderazgo. Los mismos que insistieron en eso durante la campaña, han proseguido con ese argumento. Mi impresión es que tienen que ver con un machismo muy profundo” (Revista Cosas, 12 octubre 2007).

En círculos íntimos, Bachelet consideraría que se le juzga con una vara más alta que a los presidentes hombres y que “a cualquier mujer le hubiera tocado eso”. Se quejaría de que nunca le reconocerían nada: si consulta a sus asesores, la tratan de indecisa; y si toma una buena decisión, se afirma que fue idea de otro. En la misma Revista Cosas declaró: “Cuando Lagos se emocionaba, era un hombre sensible, y si yo me emociono es porque no controlo mis emociones. Si Lagos hablaba fuerte, era un hombre de carácter; si yo hablo fuerte, soy histérica. Me resulta curiosa esa lectura”.

Sobre el particular, de manera significativa, la prensa (de derecha, naturalmente, la misma que beneficia de manera casi exclusiva del maná publicitario estatal), se ha dedicado a desvirtuar las opiniones y dichos de Bachelet, expresados o supuestos. Cada vez que ella ha reconocido factores objetivos de la mala percepción ciudadana, ha sido acusada de falta de experiencia, de ingenuidad: mostrar errores sería mostrar debilidad.

Un cronista afirma que “equivocada o no, parte de la oposición ha elegido esa estrategia para cumplir con su tarea de socavar al gobierno, debilitar a la Concertación y tratar por fin de ganar el poder” (Ascanio Cavallo, Decano de Periodismo UAI, La Tercera, 21 octubre 2007).

La verdad es que, efectivamente, hay varios factores que llevan a la derecha a ser más incisiva y agresiva que antes.

En primer lugar (el orden no implica la importancia relativa), los “pecados” de Bachelet, como ella misma los describiera durante la campaña: mujer, separada, agnóstica, a lo que nosotros podemos agregar otros: hija de un general constitucionalista muerto bajo la tortura, aprisionada y torturada ella misma junto con su madre, Ángela Jeria.

En segundo lugar, el hecho de encabezar el cuarto gobierno de la Concertación, lo que muestra la persistencia del apoyo a la coalición más duradera y exitosa de nuestra historia, que cumplirá con ella veinte años ininterrumpidos a la cabeza del país.

En tercer lugar, corolario de lo anterior, veinte años de políticas que, siendo en lo fundamental coincidentes con el modelo económico impuesto por la dictadura, han aplicado importantes márgenes de flexibilidad que han logrado simultáneamente fortalecer y crear bases duraderas –pero no permanentes, como lo demuestran aún tenuemente los impactos de los vaivenes de la economía internacional- de crecimiento económico, con rasgos importantes de aumento de los niveles de vida. Vale decir, la vuelta a la democracia no significó el caos económico ni social pronosticado por la derecha. Y esto, transcurridas dos décadas, provoca más y más la frustración y aún la desesperación de la derecha política. La derecha económica se siente lo más bien, gracias, aunque de pronto rechina los dientes ante los sustos menores que la hacen experimentar ciertos sectores de la izquierda extraparlamentaria y de la Concertación, que se dan ciertos gustitos verbales que les sirven para bajar presión y mantener cierta imagen “progresista”.

(Sigue)

3.11.07

LAS ENFERMEDADES QUE NOS MATAN...

Varias enfermedades han encontrado expresión preferente en la literatura. A través de ésta puede rastrearse su huella en la historia, en consecuencia. Algunas casi se identifican como enfermedades de escritores, poetas, pintores, artistas en general.

Se dice –no comprobado fehacientemente- que Colón fue el primer europeo sifilítico y que la llevó a Europa tras contraerla –como también parte de su tripulación- al tener relaciones con las nativas de la isla La Española. Otros ilustres portadores del microorganismo Treponema pallidum, altamente contagioso, que se transmite a través de cualquier contacto sexual, han sido Guy de Maupassant, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Lord Byron, Oscar Wilde, James Joyce, Federico Nietszche, Vincent Van Gogh, Paul Gauguin, Francisco de Goya, Benito Mussolini y su socio Adolf Hitler (cada uno lo atrapó por su lado, suponemos). Escritores, pintores, un filòsofo, dos monstruos, de vidas disipadas o despreocupada. En su tercera y última etapa, la sífilis se caracteriza por sucesivos períodos de problemas mentales o ceguera, depresión, ira y paranoia, y otros de euforia, felicidad y gran creatividad. Quizás podríamos afirmar que a la sífilis debemos muchas de las creaciones que expresan lo más profundo, puro y bello del alma.

La tuberculosis, tisis o enfermedad de la languidez, también se ha manifestado en cultores y personajes de las artes, sobre todo de la literatura. ¿Quién no ha oído sobre Marguerite Gauthier, la cortesana bella, calculadora, caza fortunas e ingenua que destrozó corazón y vida del joven Armand Duval, la que morirá de tuberculosis después de muchísimas páginas y lágrimas en la célebre novela La Dama de las Camelias, de Alexandre Dumas hijo? Esta obra publicada en 1848 fue adaptada para el teatro en 1852 por su propio autor, y después lo será a la ópera (La Traviata, 1853, de Giusseppe Verdi, en que Margarite se convertirá en Violetta, que un siglo después será interpretada en la Scala de Milán por María Callas), al cine (Camille, de George Cukor, con la divina Greta Garbo). Esta novela es la fuente de todos los boleros, tangos y dramas posteriores. ¿Otras víctimas célebres? Mimí en La Bohème, de Puccini. También la padecieron personajes reales, como Chopin, Paganini, Mozart, Antón Chejov, Paul Eluard, Miguel Hernández, Edgar Allan Poe...

Esta enfermedad provocada por el bacilo de Koch nos acompaña desde hace seis mil años, pero sigue de moda en los países subdesarrollados: dos millones de muertes cada año, gracias a la insalubridad, el frío y la mala alimentación, condición común a muchos artistas de siglos pasados (y aún hoy: en este aspecto, la modernidad no ha llegado).

El cáncer es un grupo de enfermedades con un denominador comun: la transformación de la célula normal en otra que se comporta de manera muy peligrosa para el cuerpo humano. De cáncer han muerto Luciano Pavarotti (de próstata), Rocío Durcal (en la matriz), Celia Cruz (cerebral), Cantinflas (pulmonar), Humphrey Bogart (esófago)...

En este comienzo del siglo 21, la enfermedad que avanza cada vez más, y que tiene que ver con nuestro modo de vida, es la diabetes. Vida sedentaria, obesidad, estrés, son sus causas. Se recomienda ejercicio y un tratamiento dietético, basándola en la restricción de los glúcidos y en el bajo valor calórico de la dieta. Es la enfermedad de los apoltronados, de los flojos, de los que van a comprar el pan y el diario al negocio de la esquina en su auto; de los grandes amateurs del deporte por televisión; de los que se angustian por el pago de la hipoteca y las pensiones alimenticias, que sufren estrés en el trabajo, o que tienen dudas existenciales múltiples. ¿Qué gran novela, poema, ópera, tango, podría escribirse sobre un diabético?

¡Señor, que poco estimulante es morir de la enfermedad de los burócratas!

Pero queda alguna esperanza. La sífilis ha reaparecido en la Europa de este siglo 21. En febrero de 2004, una revista científica francesa dio cuenta de su presencia en París, y la primera alerta sanitaria se dio allí en 2001. Globalización mediante, quizás veremos al bicho desembarcar por estos lares.

¡Señor, dame las fuerzas, la imaginación y la oportunidad para volver a ser pecador!