18.8.07





ELVIS

Un recuerdo escrito hace cinco años.


Siempre relaciono el momento de su muerte con un día sombrío, frío, de otoño o invierno. Sin embargo, fue el 16 de agosto, en pleno verano boreal. ¿A qué hora fue? No sé. En los días y semanas siguientes, descubrí lo que había sido en los años recién pasados, sobre todo sus recitales: Las Vegas, Hawai.

Pero sobre todo el de fines de los 60, cuando había decidido regresar a los escenarios después de diez años. Sobre una plataforma circular, con sus músicos, los viejos Jordanaires, en una atmósfera distendida, de complicidad. Alrededor, algunos fans. Todo de cuero vestido, el aire aún juvenil, maduro, informal en su prestación, sonriendo, haciendo bromas, recomenzando una canción, tocando la guitarra. Un miembro de la banda. No un recital, sino un jamm session (¿así lo llaman los músicos?), un guitarreo entre amigos de buen humor...

Las Vegas y ese traje que lo ha convertido en la figura más fácil de imitar y caricaturizar, pantalones pata de elefante de los ’70, con apertura bajo la rodilla como pernera de cowboy de rodeo, chaqueta con cuello a lo Napoleón, como las que usaba Liberace, patilla de padre de la patria y copo invencible, abundancia de pañuelos de seda como cortesano de Louis XIV. Aspecto de muchas geografías y momentos. ¿Desencanto con estar ahí, en ese momento?

Junto con cortarle el pelo y encasquetarle el uniforme a fines de los ‘50, pareciera que el Tío Sam castró lo que pudiera haber existido de rebelde en él y, ciertamente, extirpó la imagen controvertida.. Que fue sólo eso, imagen: Elvis Aaron siempre fue hijo modelo, ciudadano sin reproches; aún más, como ocurre a menudo con los humildes que ascienden en la escala social, fue muy conservador (en una ocasión, se entrevistó en la Casa Blanca con Nixon para ofrecer su ayuda para combatir “la infiltración comunista”). Fue respetuoso del american way of life, ese concepto tan difuso que contenía y contiene la discriminación racial, los bombardeos con napalm en Vietnam, la conspiración contra gobiernos extranjeros, la oración a la hora de la comida, la leche y los cereales al desayuno, la misa el domingo, la prensa que puede ser la más libre cuando lo quiere (y no siempre lo quiere), Watergate... Mucho de lo mejor, mucho de lo peor, abundancia de hipocresía y de sinceridad en los valores...

El sistema se llevó a los regimientos en Alemania un símbolo del desenfado adolescente, y devolvió el Presley de las innumerables películas sin olor, sin color, sin gusto, de los ’60, un burócrata-cantante-que-hace-películas, adormeció y ató la pelvis impertinente. Casamiento, hija, divorcio. Por ahí se inició un largo camino hacia el desencanto, el aislamiento, el ensimismamiento, la lenta autodestrucción, con amplia ayuda de los lacayos-pretorianos que recogían sus generosas migajas.

¿Hay paralelo entre Elvis y Alí? Paralelismo divergente, quizás. Elvis proyectaba imagen contestaria en el escenario; Cassius Clay, con sus puños y con la bocota más rápida de la Unión, gozando con sus gritos destemplados y la auto-alabanza, la auto-referencia. Ambos, símbolos de la juventud irrumpiendo simplemente, haciéndose un espacio a codazos. Pero el boxeador fue más allá: devino Muhammad Alí, rechazó el uniforme, rechazó Vietnam, proclamó su negritud y su dignidad. Le quitaron la corona, que no su alma. A éste lo excluyeron; a aquél, terminaron de domesticarlo.

En estos días del 25º aniversario de su muerte, la televisión repetirá esos espectáculos de Elvis de los ’70 en Las Vegas, cuando ya veía el horizonte de los 40 años. Fíjese en sus ojos: es una mirada velada, vuelta hacia adentro. Fíjese en su actitud: se acerca al borde del escenario, reparte pañuelos, toca manos alzadas hacia él, agradece, pero parece estar ausente. Se dijera que está allí, en el ruido, la música, los gritos, para no estar de regreso en su hotel, en su casa. Su alma ya se estaba adormeciendo. Se vació completamente a los 42 años. La soledad –sobre todo la emocional- es un veneno que mata lentamente.

El tipo de las películas de los ’60 me era insoportable. Luego de su muerte, descubrí al gran cantante. El de Love me tender, The girl of my best friend, In the ghetto, Wooden heart, Can’t help falling in love, tantas otras, sobre todo Always on my mind y Suspicious mind.

Desde entonces lo consideré un amigo. Y le perdoné, finalmente, haberme quitado a Juliette Prowse (G.I’s Blues o Café Europa).

15 agosto de 2002

4.8.07


Chaíto, general ®

El jueves 2 de agosto, el general ® Raúl Iturriaga Neumann, fue arrestado por la policía de Investigaciones en un departamento de las Torres de Miramar, en San Martín con 8 Norte, en Viña del Mar, vale decir, en pleno centro de la ciudad. Estaba en fuga desde hacía 52 días para evitar el inicio del cumplimiento de la pena impuesta por la Corte Suprema por el supuesto secuestro y desaparición de Luis Dagoberto San Martín, militante del MIR, en 1974.

La prensa, siempre guiada por oscuros designios contra el legado del gobierno militar y sus defensores, ha pretendido que el mejor comando del país no ofreció resistencia, que no utilizó su pistola CZ 9 mm, y que vestía pijama, bata y gorro, y que abrió la puerta esperando la entrega del diario para acompañar el desayuno de las 9:00 horas.

Desmentimos todo, señores. Como buen militar, se levantaba a las 5:00 de la mañana. Vestía, con la gallardía de siempre, su traje de campaña, aún cuando desentonaba con el decorado del departamento. Un oficial de Inteligencia no habría caído en este garlito del diario, de ninguna manera, señores. Mostró sus dotes para las artes marciales ofreciendo feroz resistencia, a pesar de su escasa estatura. En la trifulca un detective sufrió la quebradura de una uña tratando de ponerle las esposas. Otro recibió feroz pisotón de un colega, agravando las dolencias preexistentes de un gran juanete. Otro sintió mareos en ese 19° piso, quizás afectado por vértigos ante la presencia del gallardo militar. Pero el general se recuperó prontamente y ordenó a los detectives llevarlo al vehículo y conducirlo donde correspondía, ante un oficial superior, para hacerle entrega simbólica de su espada.

Debemos reconocer hidalgamente que el general ® se sintió sorprendido cuando los efectivos de Investigaciones se identificaron con apelativo, nombre y N° de placa, lo sacaron del edificio ante vecinos y prensa en pleno día, lo trasladaron en un vehículo institucional, lo llevaron al cuartel de Investigaciones con dirección pública conocida en Santiago, y pudo entrevistarse con su abogado. Como comando fundador de la Dina, jefe de su Brigada Purén, jefe del Departamento de Operaciones Exteriores del organismo, no puede aún entender la falta de prolijidad y de falta de respeto hacia las más elementales medidas de seguridad, de inteligencia, de compartimentación. Este digno soldado no puede menos que expresar su preocupación por el estado de indefensión en que, por tal situación, debe encontrarse el país ante el enemigo interno, seres despreciables sin dios ni ley, enquistado en la prensa, en los tribunales, en el corazón del Estado. O quizás fue una artimaña de guerra sicológica utilizada contra él, para desconcertarlo. La campaña para disminuirlo ya está en marcha: ya hay quienes dicen que “no alcanzó a pasar agosto”, mes de los gatos y de la gente deteriorada física y mentalmente.

Sin embargo, sólo el duro entrenamiento recibido en la Escuela de las Américas en Panamá y en otras aulas académicas de Estados Unidos en las técnicas de supervivencia y lucha en las más adversas condiciones geográficas, climáticas y de correlación de fuerzas, le ha permitido superar estos trágicos 52 días de vida clandestina; en este caso, en la jungla asfaltada de esta ciudad llena de infiltrados extranjeros disfrazados de turistas. Este soldado es un ejemplo para clases y oficiales de la actual generación, si, señores.

Sabe que las condiciones de detención serán terribles en las mazmorras en que padecen honorables oficiales. El Ejército cortó la subvención para gastos judiciales. Hay presiones extremistas para que en la cárcel eliminen el sauna, la cancha de tenis, las cabañas individuales o para dos, el wifi y aún los notebook, los permisos para salir a hacer algunas compras a la feria y al supermercado, la celebración de cumpleaños en compañía de distinguidas señoritas en locales exclusivos.

Pero todo lo superará. Para ello se preparó toda la vida. Para enfrentarlo todo por la Patria.

1.8.07


FARANDULITIS

Farándula. Dícese de la prensa (diarios, radios, revistas, programas de TV) que se ocupa de los hechos y dichos de gente famosa. Lo de gente “famosa” es, por supuesto, bastante relativo, sobre todo en un mercado tan pequeño como el chileno. Lo de “dichos” también lo es, dado lo estrecho de la temática y de los recurso intelectuales de los “intervinientes” o actores. Las Últimas Noticias y La Cuarta, en la prensa escrita; CQC, SQP, en la pantalla, son los escenarios predominantes. Chillidos, silicona, vacío, son sus caracteristicas.

Su tema son los “dimes y diretes”, el “comadreo”, el “comistrajo”. El “corre, ve y dile”, el “chocolate o menta”, son los instrumentos; también el “descarte”. Vale decir, algo que se escuchó o supuestamente se dijo; la transmisión instantánea del rumor; la trampita (se dice que fulano dijo tal cosa sobre tí; ¿qué le responderías?; y el interrogado dirá: ¡pa’ su madre!, y la trifulca se armó durante tres ediciones). Entre los políticos y autoridades de todo pelaje lo preferido es el descarte: “Sr. Ministro, se rumorea que usted caería en un muy próximo cambio de gabinete, que piensa usted”. El pobre tipo responde: “estaré de ministro mientras tenga la confianza del Presidente”. El título del día siguiente está listo: “el ministro tal no descarta ser reemplazado”!

La expresión más deprimente de esta enfermedad del subdesarrollo mental se da en la televisión, porque allí se ve y se escucha. Rostros desencajados, puños al aire, cacofonía, gritos destemplados. Y la pobreza de la expresión y de vocabulario, incapacidad brutal de expresar media idea, la falta de pertinencia, la incoherencia. Y la ausencia de modulación, de pronunciación! Y ello ocurre sobre todo en el canal del sempiterno candidato presidencial Sebastián Piñera (Chilevisiòn) y del austero y conservador empresario Ricardo Claro (Megavisión), el mismo que año tras año rehúsa pasar los avisos pagados de la campaña contra el Sida. ¡Señor, dame Tu fortaleza!, decía un muy antiguo programa humorístico radial.

Pero como se trata de ser positivo y propositivo, sugiero que a los panelistas se les exija: uno, la licencia secundaria y la prueba de haber pasado la PSU, para asegurarse un mínimo de acervo cultural; dos, un certificado de haber terminado con éxito un taller dictado por una nana peruana, para asegurarnos un mínimo de dicción y cierta coherencia en las frases.