En este mes del Bicentenario, partidarios y detractores han hablado de la obra de O’Higgins como militar y como hombre de Estado, y el rol que habría jugado en las muertes de los hermanos Carrera y de Manuel Rodríguez.
Por nuestra parte, permítasenos satisfacer una antigua curiosidad por echar una breve mirada a la cronología vital de O’Higgins. Quizás ello dé una pequeña luz sobre el personaje y sobre nuestra “alma nacional”.
Nació en Chillán el 20 de agosto de 1778. Murió en Lima el 24 de octubre de 1842. Buena parte de sus 64 años de vida los vivió en el extranjero.
En 1790, a los 12 años, fue enviado a la capital del Virreinato de Perú a estudiar la secundaria en el Colegio del Príncipe. Luego ingresó al Convictorio de San Carlos. Permaneció en Lima hasta los 17 años.
Se dirigió entonces, según instrucciones de su padre, a Cádiz y de allí a Inglaterra, donde estudió en el colegio de Richmond, donde, además de materias científicas como geografía, botánica o matemáticas, aprendió francés, música, pintura y esgrima. Durante su estancia de tres años en Gran Bretaña vivió una apasionada aventura amorosa, al tiempo que crecía en él el interés por la política. La relación con el prócer venezolano Francisco de Miranda le introdujo en la senda revolucionaria, lo que resultaría en que su padre, ya Virrey del Perú, le retirara su ayuda financiera.
Regresó a la patria en 1802, a los 24 años, luego de 12 años de ausencia. Su padre había muerto el año anterior, dejándolo como heredero. Desde entonces adquiere el apellido O’Higgins. Los años más importantes en la formación de un joven los vivió, pues, en el extranjero, conviviendo con gente de amplia visión; ello explicaría en parte, quizás, sus dificultades con la idiosincrasia chilena.
El 16 de octubre de 1814 atravesó la cordillera rumbo a Mendoza, luego de la derrota de Rancagua. El Ejército Libertador se puso en marcha hacia Chile el 21 de enero de 1817, luego de dos años y tres meses de ausencia. En 1817, a los 39 años de edad, asume como Director Supremo.
Habiendo dimitido, el 19 de julio de 1823 se embarca en Valparaíso rumbo al destierro en Perú. Tenía 45 años de edad. Nunca más pisaría territorio chileno. Vivió en Perú hasta su muerte el 24 de octubre de 1842, tras 19 años de exilio.
En total, pues, vivió en el extranjero 33 años. Vivió en Chile 31 años.
¿Qué queremos decir con los datos anteriores? Recordar quizás dos o tres cosas, que se reducen a una: en Chile sufrió humillaciones, de niño por ser bastardo, o sea, hijo de madre soltera y sin ser reconocido por su padre (y toda la carga de rechazo social entonces imperante), luego por enemistades políticas (aunque también honores que ganó sobre todo en el campo de batalla); el extranjero, sobre todo Perú, le fue más benigno.
A los cuatro años de edad es sacado de la casa de su madre Isabel Riquelme, de ascendencia vasca, por orden de su padre, Ambrosio O’Higgins, irlandés al servicio de la corona española, entonces Gobernador de Chile, y llevado a Talca a casa de un comerciante. Se educa primero en Chillán en el Colegio de Naturales (o de “huachos”, según terminología felizmente ya extinguida no hace mucho), bajo el nombre de Bernardo Riquelme, puesto que no había sido reconocido por su padre.
En 1826, viviendo ya en Perú, acusado de conspiración contra el gobierno chileno, fue borrado del escalafón militar de su país y quedó prácticamente proscrito. Sólo en 1841, un año antes de su muerte, el general Bulnes ordenó que se le restituyeran el rango y los sueldos debidos.
En cambio, en 1823, iniciando su exilio, el Estado peruano lo acoge y le obsequia la Hacienda de Cuiva y la Hacienda Montalván, en la cual reside. Vivió modestamente de la agricultura. En Perú se le reconoce (20 de agosto de 1824) el grado de General en el Ejército de la Gran Colombia, y se le incorpora al Gran Consejo de Generales del Ejército Libertador e interviene en la campaña de Ayacucho, bajo las órdenes de Simón Bolívar. A su muerte, fue sepultado con honores militares debidos a su rango. A las solemnes honras fúnebres asisten el vicepresidente del Consejo de Gobierno y el cuerpo diplomático, cubierto con las banderas de Chile, Perú y Argentina.
Sólo en 1869 -27 años después de su muerte- sus restos fueron repatriados. Sus descendientes aún viven en Perú.
Bernardo debe haber sido un hombre muy melancólico la mayor parte de su vida.
PAM/
Septiembre de 2010