8.3.08

FESTIVAL DE VIÑA Y FARANDULITIS


El Festival de la Canción de Viña del Mar es un evento en el cual la competencia musical (géneros internacional y folclórico) es un mero accesorio bastante molesto –y mediocre, en realidad- para los espectadores y televidentes. Del Festival –organizado y difundido por segundo año consecutivo por TVN y Canal 13- se cuelga una infinidad de subproductos emitidos por todos los canales nacionales y medios escritos y muchas radios. Es un ejemplo anual de parasitismo, esa forma particular de simbiosis. Al múltiplo. Casi no hay alternativa medial durante una semana. El elemento fundamental es la farándula y, en segundo lugar, el show internacional compuesto fundamentalmente por has been. Curioso –y preocupante- que el entorno sea más importante que el centro.

César Isella, respetado autor, compositor y cantante argentino, invitado como miembro del jurado folclórico, se declaró confundido: “No sabía que esto era una competencia de culos”. Se olvidó de su complemento: las tetas.

Una cosa buena del festival es que termina luego de una semana. Tiempo suficiente para evidenciar la capacidad de invertir dinero en inepcias por parte de los medios y de las empresas que los auspician y de consumirlas por parte del público. Ocasión para reiterar el argumento falacioso: se difunde lo que el público quiere. La verdad es que la chatarra se prepara rápido, es barata, no exige mayor esfuerzo mental y tiene muchos consumidores. Los contadores de las respectivas empresas están muy contentos.

Además, y contagiándonos del ambiente festivalero, sirvió para corroborar lo dicho por Raquel Argandeña. En efecto, no hace alarde de sus muchas cirugías plásticas: ni se le notan. Tampoco representa los cincuenta años que acaba de celebrar: pareciera tener varios más... y desde hace tiempo. Agreguemos una fuente de frustración para ella: su hija parece destinada a superarla a una edad más temprana y en un registro más amplio.

No hay comentarios.: