Ha muerto Pinochet
Pinochet tenía cinco causas en marcha por violaciones a los derechos humanos y por delitos económicos, o sea, por asesino y por ladrón. Desde 1998, luego de su arresto en Londres, afrontó más de 300 querellas y fue desaforado catorce veces. Pero jamás pisó una cárcel, aunque ha estado en arresto domiciliario varias veces. Una vez fue fichado, pequeño consuelo para las familias de tanta víctima.
La ideología dominante en la Corte Suprema así lo quiso, y prevaleció aún cuando era evidente que Pinochet se estaba burlando del país. Como en el caso del "milagro del aeropuerto", cuando regresó casi moribundo, según las diversas autoridades británicas, y al bajar del avión se levantó de la silla de ruedas, el bastón en ristre, con amplia sonrisa, entre los aplausos de sus partidarios; como cuando, a pesar del "grave" estado de su salud, partió de vacaciones a Iquique, con gran escolta y séquito; o cuando dió una lúcida entrevista a un canal de TV de Miami, a pesar de su "locura cortical" severa, etc. La sensación de impunidad es la que predomina. No puede sino recordarse que hace unos diez días un individuo fue condenado a más de diez años por robarse tres cajas de cartón vacías...
Murió este domingo 10 de diciembre de 2006 a las 14.15 horas. Un día luminoso, de mucho sol. Aquel martes 11 de septiembre de 1973 estaba nublado y con llovizna cuando lo vimos por primera vez en la televisión en blanco y negro, en una conferencia siniestra por el aspecto de los de la Junta, con lentes oscuros, que ocultaban ojos aún temerosos e inseguros, donde con voz gutural anunciaban que extirparìan "el marxismo", vale decir, ideas.
Murió quince días después de cumplir 91 años (nació el 25 de noviembre de 1915). Murió el día del cumpleaños 84 de su esposa Lucía. Murió cuando en todo el mundo se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos.
Muchos creerán que al morir no vió la fuerte luz blanca que lleva al Más Allá a los justos, sino las sombras intensas de los espíritus que vienen a buscar a los culpables. Un culpable que nunca reconoció sus culpas, que nunca pidió perdón. Un culpable que murió orgulloso de lo que hizo.
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