4.8.07


Chaíto, general ®

El jueves 2 de agosto, el general ® Raúl Iturriaga Neumann, fue arrestado por la policía de Investigaciones en un departamento de las Torres de Miramar, en San Martín con 8 Norte, en Viña del Mar, vale decir, en pleno centro de la ciudad. Estaba en fuga desde hacía 52 días para evitar el inicio del cumplimiento de la pena impuesta por la Corte Suprema por el supuesto secuestro y desaparición de Luis Dagoberto San Martín, militante del MIR, en 1974.

La prensa, siempre guiada por oscuros designios contra el legado del gobierno militar y sus defensores, ha pretendido que el mejor comando del país no ofreció resistencia, que no utilizó su pistola CZ 9 mm, y que vestía pijama, bata y gorro, y que abrió la puerta esperando la entrega del diario para acompañar el desayuno de las 9:00 horas.

Desmentimos todo, señores. Como buen militar, se levantaba a las 5:00 de la mañana. Vestía, con la gallardía de siempre, su traje de campaña, aún cuando desentonaba con el decorado del departamento. Un oficial de Inteligencia no habría caído en este garlito del diario, de ninguna manera, señores. Mostró sus dotes para las artes marciales ofreciendo feroz resistencia, a pesar de su escasa estatura. En la trifulca un detective sufrió la quebradura de una uña tratando de ponerle las esposas. Otro recibió feroz pisotón de un colega, agravando las dolencias preexistentes de un gran juanete. Otro sintió mareos en ese 19° piso, quizás afectado por vértigos ante la presencia del gallardo militar. Pero el general se recuperó prontamente y ordenó a los detectives llevarlo al vehículo y conducirlo donde correspondía, ante un oficial superior, para hacerle entrega simbólica de su espada.

Debemos reconocer hidalgamente que el general ® se sintió sorprendido cuando los efectivos de Investigaciones se identificaron con apelativo, nombre y N° de placa, lo sacaron del edificio ante vecinos y prensa en pleno día, lo trasladaron en un vehículo institucional, lo llevaron al cuartel de Investigaciones con dirección pública conocida en Santiago, y pudo entrevistarse con su abogado. Como comando fundador de la Dina, jefe de su Brigada Purén, jefe del Departamento de Operaciones Exteriores del organismo, no puede aún entender la falta de prolijidad y de falta de respeto hacia las más elementales medidas de seguridad, de inteligencia, de compartimentación. Este digno soldado no puede menos que expresar su preocupación por el estado de indefensión en que, por tal situación, debe encontrarse el país ante el enemigo interno, seres despreciables sin dios ni ley, enquistado en la prensa, en los tribunales, en el corazón del Estado. O quizás fue una artimaña de guerra sicológica utilizada contra él, para desconcertarlo. La campaña para disminuirlo ya está en marcha: ya hay quienes dicen que “no alcanzó a pasar agosto”, mes de los gatos y de la gente deteriorada física y mentalmente.

Sin embargo, sólo el duro entrenamiento recibido en la Escuela de las Américas en Panamá y en otras aulas académicas de Estados Unidos en las técnicas de supervivencia y lucha en las más adversas condiciones geográficas, climáticas y de correlación de fuerzas, le ha permitido superar estos trágicos 52 días de vida clandestina; en este caso, en la jungla asfaltada de esta ciudad llena de infiltrados extranjeros disfrazados de turistas. Este soldado es un ejemplo para clases y oficiales de la actual generación, si, señores.

Sabe que las condiciones de detención serán terribles en las mazmorras en que padecen honorables oficiales. El Ejército cortó la subvención para gastos judiciales. Hay presiones extremistas para que en la cárcel eliminen el sauna, la cancha de tenis, las cabañas individuales o para dos, el wifi y aún los notebook, los permisos para salir a hacer algunas compras a la feria y al supermercado, la celebración de cumpleaños en compañía de distinguidas señoritas en locales exclusivos.

Pero todo lo superará. Para ello se preparó toda la vida. Para enfrentarlo todo por la Patria.

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