26.7.09

El precio de rejuvenecer

El precio de rejuvenecer

Es una tendencia loable abrir las puertas a las nuevas generaciones, esperando que traerán un aire fresco, sensibilidades o ideas nuevas, o por lo menos enfoques diversos.

Pero la política, sobre todo en época de elecciones, es un mundo diferente en el peor de los sentidos. Aquí no se enfrentan ante todo cosmovisiones, programas, carpetas llenas de propuestas. No es boxeo, en que se enfrentan técnicas exquisitas del arte de la defensa, sino catch as can, lucha libre. No se intercambian versos y flores, sino zancadillas y golpes bajos. Para entrar a esta arena no se requiere solo piel dura, buenos reflejos, sino experiencia de la vida, sobre todo de esta forma particular de vida que es la actividad política y, repitamos, sobre todo en lo electoral.

Hace unos tres años escribimos en este blog un artículo titulado “Femicidio político”, a propósito de los difíciles inicios del gobierno de Bachelet, víctima, decíamos, de algunos de sus propuestas innovadoras respecto a los equipos de gobierno: nadie se repetiría el plato, paridad de género, una cierta distancia de los partidos, etc. El resultado fue un equipo que aprendía junto con la Presidenta a realizar la tarea de gobernar. Cosa complicada, más aún en el caso de una recién llegada a estas ligas, carente de las redes de apoyo partidarios y transversales, en el PS y en la Concertación. Un pollito nuevo que quería dar lecciones y demostrar que “se la podía sola”, según la percepción de los barones de los partidos.

Bachelet tuvo que dejar de lado en parte sus postulados sobre los equipos. La experiencia y las redes intra y extra institucionales son irreemplazables. Ingresaron rostros conocidos. Las tasas de apoyo que hoy tiene la Presidenta demuestren que lo ha hecho más que bien. El secreto, más allá de las cualidades personales, que son lo primero, es que rápidamente distinguió lo esencial de lo secundario. Lo fundamental era cumplir el programa de gobierno, ejercer su liderazgo sobre sus equipos, infundir confianza en los ciudadanos sobre la base de las realizaciones, etc. Lo secundario era quién estaba en los equipos (salvo la capacidad, la inteligencia social, la experiencia, el poder de comunicar con la sociedad).

¿A que viene lo anterior? A que Frei, empujado por los cambios que ha experimentado la sociedad, los largos años de gobierno de la Concertación y la propaganda de la derecha sobre “el cambio” (nunca bien explicitado, con un punto de partida nunca reconocido), ha sucumbido a la misma trampa que Bachelet candidata.

Un primer ejemplo, portavoces desconocidos, sin experiencia política ni contactos, que han cometido deslices que no pueden ser relativizados por su juventud. Uno de ellos, tratando de solidarizar con pobladores que serían desalojados por la fuerza pública, envía un dramático mensaje por twitter diciendo que estaban bajo el ataque de carabineros y que él mismo estaba siendo arrestado, resultando luego que era falso; otra, levanta una polémica a propósito del rol que la esposa de un candidato y figura televisiva estaba jugando en la campaña, llamando a su empleador a ocuparse del asunto, olvidando que uno de los temas discutidos era el rechazo de la Alianza al derecho de los funcionarios a actuar como ciudadanos, etc.).

Un segundo ejemplo, el borrador del programa de gobierno elaborado durante meses por una entelequia llamado “Océanos azules”, sin participación de los partidos de la Concertación. Recién ahora se están realizando reuniones entre ambos.

Una rápida conclusión. En la vida todo es una combinación entre estabilidad y cambio. Mala cosa es dar la impresión que no se conocía esta verdad de Perogrullo. Peor aún, que se la descubrió por la insistencia machacona del adversario, cuya propuesta es, intrínsicamente, la vuelta atrás.

PAM / 26 julio 2009

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