¿Hay factores objetivos para el descenso en las encuestas? Por supuesto, pero los más importantes no son exclusivos del gobierno de Bachelet, ni siquiera de la Concertación. Son más bien una herencia de décadas. El primero de todos, la deuda social, aún grande (siendo los avances de significación histórica) bajo la forma de distribución excesivamente desigual del ingreso nacional. La Concertación aún no se ha atrevido a tocar algunos de los aspectos básicos del modelo: el sistema tributario, el código laboral (que permita una real negociación colectiva, la protección del derecho a organizarse, etc.), reforzar aún más decisivamente el derecho de los consumidores y la competitividad de los mercados, más , y sobre todo mejores, puestos de trabajo y niveles de salarios, etc.
El gobierno de Bachelet ha cometido errores importantes, la mayoría de ellos, como era fácil de predecir, fruto de ciertas premisas con que asumió. Por ejemplo, el de la renovación de la alta dirección pública y del personal político, tanto generacional como en nombres, bajo la orientación de que "nadie se repite el plato". El resultado fue que una Presidenta inexperta políticamente, sin "carrera" política ni grupos partidarios e informales de apoyo personal de larga data, la indispensable red de amistades y "complicidades", se encontró con un equipo que aprendía junto con ella y carente también de dicha red. Y la experiencia indica que a esos niveles de poder prácticamente no hay tiempo para aprender, que se debe ser operativo al segundo mismo (basta recordar el nivel de detalles de las preguntas sobre políticas presentes y futuras que se hacían a los recién asumidos ministros). El mismo efecto tuvo, aunque en menor grado, y por las mismas razones, el principio de paridad: iguales porcentajes de hombres y mujeres en las responsabilidades político-administrativas en los principales niveles.
La candidatura de Bachelet fue un fenómeno más social y cultural que político. No estaba en los cálculos de nadie cuando empezó a aparecer en las encuestas. La opinión pública en su favor fue tan arrolladora que se impuso a los "petits comités", a las negociaciones de las corrientes partidarias, de los barones y prohombres de la política "tradicional". Los zorros viejos vieron que el gallinero se les desordenó. De repente, ya era candidata. No hay duda de que ciertos barones -propietarios desde siempre del poder informal, los que toman las decisiones desde las sombras- pensaron que las elecciones pondrían orden y sensatez, que Michelle sería una estrella fugaz, y la política volvería a ser un asunto de hombres serios, experimentados, conocedores de los códigos. Pero ganó, a pesar de algunas zancadillas desde atrás y la campaña de la derecha poniendo en duda sus capacidades. Peor: la Presidenta electa empezó a tomar decisiones, conformando sus equipos sin consultar a nadie.
Frustración y rencor. ¿Qué se había imaginado esta recién llegada? La reacción, en su manifestación mínima, de ciertos sectores de la Concertación fue de mala voluntad y un proceso de poner a prueba su fortaleza, de estirar el elástico para probar su resistencia, de "hacerse rogar", de "amurrarse", de esperar y luego exigir ser consultada en todo. La derecha ha sido feroz de manera sistemática, insolente como siempre, a ratos descontrolada. En el fondo, para la derecha el único gobierno bueno y aceptable es un gobierno de derecha. Ahí está la madre del cordero, como diría El Temucano.
En el ejercicio del poder, se han producido varios errores importantes, el principal de los cuales es el Transantiago, que perdura y se prolongará a lo menos un semestre más. La lista de problemas es conocida, pero no es tan larga como lo pretende la derecha. Producto de la inexperiencia del equipo, del exceso de respeto a lo amarrado por el gobierno anterior (el de Ricardo Lagos), del deseo de mostrar "eficacia" en la implementación de las políticas (rechazando las postergaciones que solicitaban las debilidades que se percibían), capacidades administrativas y aún técnicas que no han estado a la altura, vacilación en aplicar la normativa a las empresas privadas que no cumplían los contratos, etc.
¿Hay femicidio o asesinato de imagen? Cualquiera que ha sido testigo del asedio diario, constante, mal intencionado, superficial, y que tenga un mínimo de honestidad intelectual, opinaría que sí lo hay. Junto a lo cual hay errores reales, repetimos. Pero el avance de este gobierno, tanto en sus logros como en su estilo y su gran orientación, es positivo, finalmente. Lo veremos en otro artículo.
Por lo demás, ya le están aplicando la misma receta de "ningunear" a Cristina Fernández, presidenta electa de Argentina. Los barones y varones ya están expresando las clásicas "interrogantes". ¿Será Cristina quién gobernará realmente, o será su marido, o sus consejeros ¿Se dejará llevar por su personalidad (afirmando que es autoritaria, soberbia, que se deja llevar por sus ideas, que es poco flexible, etc.). Le critican ser demasiado sofisticada y elegante (si hubiese triunfado quién llegó segunda en la elección, Elisa Carrió, las críticas serían exactamente las opuestas en estos aspectos). Pero, a diferencia de Bachelet, Cristina tiene un vasto movimiento político de apoyo, en la cual ha participado desde hace muchos años y al cual ha contribuido a depurar -al menos en parte- de los males del antiguo peronismo.
De todas maneras, seguramente Bachelet quisiera hacerle una advertencia que no está de más: ¡Afírmate, Cristina, que la cabalgadura es chúcara!
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