ELECCIONES AL CONSEJO DE SEGURIDAD
Haciéndose el de las chacras, un amigo al que le dicen el Huaso ha estado poniendo puntos sobre las íes en lo relativo a la elección del representante de América Latina ante el Consejo de Seguridad ante la arremetida antichavista. La verdad es que Chávez pareciera haberse propuesto hacérsela difícil a quienes estuviesen tentados a apoyarlo. Es un hocico de tarro, diría el Huaso; le gusta "arrastrar el poncho"; le encanta el "caluga o menta", o hacer la raya en el suelo "a ver si te atrevís a cruzarla, si soi chorito", o "tocarle la oreja" a sus vecinos y no tan vecinos. Le encanta hacer la lista de los malandras supuestos y reales de la escena internacional para ir a darles un abrazo, con beso y todo, y mandarle la foto a Busch. Es achorao, dirían algunos amigos del barrio.
Ante esto, la pregunta que se hace la gente tranquila, los hombres y mujeres de Estado, es: "¡Cómo diablos mandar de inspector de escuela a un malandra que anda mereciendo la expulsión del colegio, al que se supone debe crear consensos para arreglar entuertos, aunar voluntades...!". Chancho en misa, concluyen las buenas almas, incluido a ratos el abajo y arriba firmante. Pero releyendo el listado de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, uno no puede sino concluir: "Los malandras ya están adentro, muy creyentes y de misa sistemática, no provocan, no echan improperios, pero tiran bombas, invaden y mienten a sus electores como locos...". Y, entre hocicos de tarro y terroristas de Estado que, sin quitarse la aureola autoimpuesta, han invadido dos países en este nuevo siglo recién estrenado y amenazan a varios más, no sé, poh, como que lo decente sería poner los ojos bien redondos y recordarse tanta historia común entre nosotros, los habitantes al sur del Río Bravo, tan lejos de Dios y tan cerca de USA.
Haciéndose el de las chacras, un amigo al que le dicen el Huaso ha estado poniendo puntos sobre las íes en lo relativo a la elección del representante de América Latina ante el Consejo de Seguridad ante la arremetida antichavista. La verdad es que Chávez pareciera haberse propuesto hacérsela difícil a quienes estuviesen tentados a apoyarlo. Es un hocico de tarro, diría el Huaso; le gusta "arrastrar el poncho"; le encanta el "caluga o menta", o hacer la raya en el suelo "a ver si te atrevís a cruzarla, si soi chorito", o "tocarle la oreja" a sus vecinos y no tan vecinos. Le encanta hacer la lista de los malandras supuestos y reales de la escena internacional para ir a darles un abrazo, con beso y todo, y mandarle la foto a Busch. Es achorao, dirían algunos amigos del barrio.
Ante esto, la pregunta que se hace la gente tranquila, los hombres y mujeres de Estado, es: "¡Cómo diablos mandar de inspector de escuela a un malandra que anda mereciendo la expulsión del colegio, al que se supone debe crear consensos para arreglar entuertos, aunar voluntades...!". Chancho en misa, concluyen las buenas almas, incluido a ratos el abajo y arriba firmante. Pero releyendo el listado de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, uno no puede sino concluir: "Los malandras ya están adentro, muy creyentes y de misa sistemática, no provocan, no echan improperios, pero tiran bombas, invaden y mienten a sus electores como locos...". Y, entre hocicos de tarro y terroristas de Estado que, sin quitarse la aureola autoimpuesta, han invadido dos países en este nuevo siglo recién estrenado y amenazan a varios más, no sé, poh, como que lo decente sería poner los ojos bien redondos y recordarse tanta historia común entre nosotros, los habitantes al sur del Río Bravo, tan lejos de Dios y tan cerca de USA.
Digo yo.
1 comentario:
Una vez leido el articulo creo que debes formar un periodico alternativo.
Afectuosamente
Eduardo
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